Sí, aunque parezca mentira, me estoy acostumbrando y cada vez me gusta más el invierno aquí. Me gusta esta isla porque es una isla de contrastes, y mi cuerpo y sobretodo mi mente es a lo que están hechos desde siempre. Me crié en el clima mediterráneo-playa, hasta los 18, y desde los 18, hasta los 37 crecí en clima interior, el de Madrid. Recuerdo que cuando llegué un junio de plena ola de calor, vivía en un estudio detrás de los cines luna, en pleno centro de la capital. Ahí descubrí que en Madrid hacía muchísimo calor, ese verano experimenté estar algunas noches sin poder dormir del calor, la sensación de que «te falte el aire» y meterme en la bañera a ver si refrescaba algo en la noche… por supuesto, eran tiempos de pesetas y no teníamos aire acondicionado en el apartamento. Eso sí, aquel barrio…. qué bellos recuerdos guardo de aquellas calles… de aquellos días,  de sus gentes, de su ambiente, entonces, mezcla de bohemio y malandrines… de aquella explosión de sueños por cumplir, de mochila llena de TODO, llena de tantas ganas y tanto hambre de VIDA!….. pero este capítulo lo guardo para otro post, sí!

Hablaba del clima, verdad? Pues eso… que más o menos he navegado y crecido en ambos ambientes, seco y húmedo…

Cuando llegamos a la isla hace 2 años, el manguarriazo de calor pegajoso me sacudió inmediatamente. Tuvimos la suerte de que ese primer verano, llegábamos en Septiembre y según nos contaban los lugareños, había sido un verano más bien suave… la verdad, fue una temperatura ideal aquellos meses… pero… llegó el invierno y todo el mundo nos decía: «– uy, vais a flipar, aquí hace muuuucho frío en invierno, por la humedad.-» a lo que yo siempre pensaba en mis adentros: «sí, tendrías que haber vivido tu en Bustarviejo para atreverte a decirme esto»… vivir con las cadenas de nieve en tu bolso, sufrir congelación grado 1000 en las manos cada mañana para limpiar el hielo, levantarte a una media de 8-9 grados en casa (fuera bastantes, bastante menos, claro), plantarte las botas de nieve pa salir a abrir la puerta de la calle, irte de viaje y que al volver encuentres las tuberías congeladas de toda la casa, sentir el viento-cuchillocarnicero durante meses y meses, y así un millón de situaciones de mucho, mucho frío invernal se me pasaban por la cabeza y enseguida descartaba esa advertencia,  que por su puesto ya había mandado al túnel directo que la llevaría al cubo de basura de mi mente.

Y llegó el invierno… y pensé… qué frío hace aquí, demonios! Hace mucho frío… pero …. casi como en Bustarviejo… qué diablos! Estoy pasando más frío que allí. Y me fui a comprarme unas camisetas térmicas al decatlón, las más gruesas, esas que en Bustarviejo nunca compré porque a pesar de la temperatura, te ponías el abrigo bueno de invierno, gorro, bufanda y guantes, y el frío no se calaba en los huesos… no SE CALABA EN LOS HUESOSSSSSSSSSS… no, no y no… y aquí, SI, SI y SIII.

En fin… pasé frío. El primer invierno pasé frío. Pero a partir de entonces, empecé a acostumbrarme… y mi cuerpo va poco a poco adaptándose…. para mi peque también fue algo parecido y enseguida la compré (mi querido laísmo madrileño), las mismas térmicas, por su puesto.

Este invierno está siendo diferente… nos hemos mudado a un pueblito, como ya conté. Y el cambio ha sido lo mejor desde que estamos aquí en la isla. El invierno aquí está siendo PRECIOSO. Me encanta salir a la calle, el olor a leña cuando voy a por el pan, o por las mañanas cuando vamos al cole… en las calles esa mezcla a chimenea y pan del horno me tiene encandilada, me transporta a mi infancia, me conecta conmigo misma, me siento feliz aquí, y veo que poco a poco nos estamos integrando super bien en nuestro pueblo, y nuestro hogar, también con calorcito, ya es nuestro hogar de verdad, ya sentimos al llegar el confort de nido auténtico y sentimos aquello de «como en casa, en ningún sitio…»

Y los días van pasando… y los meses, y ya pasó la navidad, y ya estamos preparando los disfraces de carnaval, en la rueda o bucle de «cumpleaños infinitos» y los días empiezan a estirar las horas… y asoma el sol primaveral… y ya empiezo a quitarme los calcetines en casa y no sentir la necesidad de ponerlos… la primavera se está preparando… y las flores, vuelven a los días, vuelven a los paseos….

El invierno en la isla va pasando, y este año, lo estamos gastando bien de bien.